Lo que importa

Hace más de un mes, 5 ciudadanos mexicanos, estudiantes, estuvieron bajo el bombardeo del ejército colombiano al campamento de las FARC en territorio ecuatoriano. Sólo Lucía Morett Álvarez, egresada de la facultad de filosofía de la UNAM, sobrevivió de este grupo de mexicanos. Dejando de lado la crisis política que se desprendió, el momento tenso que pudo tener tintes lamentables, y lo cerca que se estuvo de un conflicto gravísimo entre Ecuador y Colombia (y agreguemos los que se sumarían por cada bando en Latinoamérica), dejando eso de lado pues, lo que sorprendió por parte del Gobierno mexicano fue su silencio, o en palabras más coloquiales, su increíble capacidad para hacerse pendejo. Ni la cabeza asomo para protestar públicamente y condenar el acto en el que perdieron la vida 4 de sus ciudadanos. Independientemente del móvil por el que esos estudiantes se encontraban en el campamento del grupo guerrillero, era obligación del Gobierno dar la cara en esos momentos y alzar la voz; pero ante el enojo y la impotencia de los familiares de las víctimas, el Calderonismo (igual que en el problema del muro fronterizo con los EU) prefirió mirar hacia otro lado, y lavarse las manos.

Y uno se pregunta ¿qué el Estado no tiene que proteger a sus ciudadanos?, y como tapón de boca llega la respuesta, ¡y de qué manera!, pues con bombo y platillo el Gobierno ahora si alza la voz y extiende una protesta enérgica por lo que consideran un atropello contra los intereses de los mexicanos, claro está, de los mexicanos que para ellos cuentan, de la elite que conforma la iniciativa privada y que fueron quienes los pusieron en el poder.

Venezuela acaba de anunciar sus intenciones de estatizar la cementera CEMEX una de las tres más importantes en el mundo.¡¿ Cómo quedarse callado antes este atropello?! Y mientras los padres de las víctimas del bombardeo colombiano siguen exigiendo una postura más enérgica del Gobierno, éste y la cúpula del Partido Acción Nacional tienen claro lo que realmente importa, lo que realmente es condenable y por lo que realmente meterán sus manos al fuego.

Aunque lo realmente triste de todo esto, es que acciones como estas, cada vez nos sorprenden menos.